Paola Vivas

Deja de ser tu propio veneno.

Deja de ser tu propio veneno.

Amig@s querid@s cuesta decirlo pero es la verdad. Todo el tiempo estamos auto envenenándonos. Y lo peor del caso es que muchas veces no estamos conscientes que nos estamos haciendo un daño fatal. Estas emociones como el rencor, el odio, la envidia, el chisme, la mentira, el egoísmo, la queja, la falta de solidaridad con uno mismo, las suposiciones, operan como piloto automático. Se convierten en hábitos que tarde o temprano nos terminan destruyendo. No Solo emocionalmente, sino fisicamente prueba de ello son: los dolores de cabeza, la colitis, gastritis, ataques cardiacos, cáncer entre otras enfermedades.

Una potente forma de envenenarnos a diarios es no vivir el presente. Y no me refiero a que estamos pensando en el pasado, me refiero a que no disfrutamos del aquí y del ahora. Estamos tan apurados en la vida, que decimos es que no tenemos tiempo para nada, estamos sumamente ocupados que no  tenemos tiempo ni para comer.  De manera consciente o impulsiva no medimos esta rapidez con la que vivimos que nos olvidamos de pausar y vivir.  Generando así  un stress crónico.

Las suposiciones se convierten en otro enemigo  letal, porque  vives  sufriendo por cosas que no han pasado. Y yo te pregunto Por qué crear una película trágica de ficción?  Por qué pensar siempre lo peor de cada situación? Seguramente, te  ha pasado y te has cuestionado: Es que no me llama porque no quiere.  Es que  no le intereso. Seguramente, no me contesta porque esta con otra persona y así la lista podría continuar. Dejemos de suponer y hablemos abiertamente con las personas involucradas lo que sentimos y lo que no preocupa.

Además las suposiciones, la  queja interna, la  queja silenciosa tambien se convierte en un potente enemigo tóxico, la típica frase que recibo sobretodo de mamis es: yo no me quejo, prefiero quedarme callada, la vida es injusta, etc. Todos estas quejas y lamentacion  te hacen un daño impresionante.

Según investigaciones por varios neurocientíficos, de la frecuencia e intensidad emocional con la que nos quejemos dependerá que nuestro cerebro sufra cambios significativos, el cerebro libera hormonas como cortisol y adrenalina que terminan por alterar el funcionamiento normal de este órgano.

Estar expuestos de manera reiterativa a la queja, deteriora o elimina las conexiones neuronales presentes en el hipocampo de nuestro cerebro. Esa es precisamente la zona encargada de encontrar soluciones a los problemas que nos aquejan. La energía  que utilizamos en quejarnos es la que necesitamos para superar las adversidades. Y no les digo que no debemos reclamar, claro que si es sano reclamar es un derecho del que debemos hacer uso, porque forma parte de nuestras alternativas y fortalece nuestra autoestima.

Por esta razón Te invito a realizar una Evaluación interna, se honesto contigo mismo  en el silencio de tu espacio, encuéntrate con tu verdadero yo y no te asustes de lo que ves. Simplemente, acepta lo que quizás debas transformar para tu bienestar, esto te permitirá avanzar y tener una aceptación única, esto nos da la oportunidad de despertar la compasión por un mismo.  Recordemos que la COMPASION tiene que ver con la empatía. Es uno de los valores morales que significa acompañar. Viene del sufrimiento de otro ser, pero a su vez es más intensa, ya que incluye el deseo de aliviar, ayudar o disminuir el daño que recibe el otro.